jueves, 28 de mayo de 2015

Sistema nervioso

Conforme la concentración de alcohol comienza a aumentar en la sangre, se inicia también un proceso de inhibición de las vías reguladoras subcorticales, lo que origina la hiperexcitabilidad de las neuronas corticales y contribuye a los patrones de conducta característicos de un individuo embriagado.
 
En concentraciones ligeramente más altas hay un deterioro de la función tanto mental como motora. Si el aumento continúa, la función cortical se deprime e induce somnolencia, pero en concentraciones aún más altas los efectos depresores se extienden al tallo cerebral y la médula espinal, lo que origina coma y potencialmente la muerte. Los efectos de dosis bajas de alcohol sobre los potenciales de acción en el cerebro suelen ser mínimos. Sin embargo, estudios realizados en alcohólicos que acudieron a un servicio de desintoxicación permitieron demostrar que mientras más alcohol se acumule en la sangre se comienzan a alterar los potenciales, empezando por los auditivos (Estruch ,2002). Asimismo, se ha podido observar una reducción de la actividad cerebral frente al consumo de una dosis de 0.5g de etanol/kg de peso. Esta alteración se produjo en áreas de todo el cerebro, sin embargo se ha determinado que la zona del córtex occipital es donde ocurre la mayor reducción de la actividad, mientras que aumenta en el córtex temporal izquierdo. Estos efectos son similares a los observados frente a dosis de fármacos tales como las benzodiacepinas, cumpliendo así una función de sedante (Estruch, 2002).


 

SINDROME DE ABSTINENCIA
El Síndrome de Abstinencia de alcohol afecta a las personas con consumo crónico de esta sustancia, que lo disminuyen o suspendieron completamente. En estas personas, el cerebro se ha acostumbrado a un nivel basal de alcohol que tiene un efecto depresor y, cuando se reduce, el sistema nervioso central sufre una hiperexcitación, lo cual causa un cuadro clínico característico: A: hiperactividad autonómica, temblor distal de las manos, insomnio, náuseas o vómitos, alucinaciones visuales, táctiles o auditivas transitorias o ilusiones, agitación psicomotora, ansiedad, crisis convulsivas. B: malestar clínicamente significativo y deterioro de la actividad social laboral o de otras áreas importantes de la vida. Algunos pacientes alcohólicos no experimentan síntomas al suspender el consumo de alcohol, mientras que otros tienen manifestaciones graves; se ha visto que la proporción de los pacientes que desarrollan síntomas oscila entre 13 y 70%. La razón de la variabilidad es que los pacientes tienen diferentes riesgos para los síntomas de abstinencia. Estas diferencias resultan de factores como el patrón de uso de alcohol, variaciones genéticas y mecanismos del sistema nervioso. 

Los síntomas pueden aparecer tras horas de disminución o cese de ingesta de alcohol. Los más comunes son: temblor, ansiedad de consumo, insomnio, sueños vívidos, hipervigilancia, pérdida del apetito, náuseas, cefalea entre otros. Incluso sin tratamiento, la mayoría de estas manifestaciones usualmente se resuelven en horas o días después de su aparición. Las manifestaciones más graves incluyen alucinaciones, convulsiones y el llamado delirium tremens, que se inicia de uno a cuatro días después de la última ingesta de alcohol, tiene su pico máximo entre los días tres y cuatro, y afecta de 5 a 10% de los pacientes hospitalizados por abstinencia alcohólica; se caracteriza por desorientación y signos autonómicos resultantes de la activación de las neuronas responsables de la respuesta corporal al estrés, como el temblor y la diaforesis. Estos signos incluyen agitación grave, taquicardia, hipertensión y fiebre. En la mayoría de los casos, los signos y síntomas asociados persisten de cinco a diez días y, en el 62% de los pacientes, se resuelven en cinco días o menos. La mortalidad es de 5 a 15%, sea por complicaciones metabólicas, cardiovasculares, trauma e infecciones (Oviedo & Arboleda, 2004). Las alucinaciones se presentan uno a dos días después de disminuir o suspender el consumo de alcohol. Durante este proceso, pueden ocurrir convulsiones en uno a dos días desde el inicio de la abstinencia, incluso en ausencia de otros signos y síntomas. El paciente usualmente experimenta sólo una convulsión generalizada que involucra movimientos de las extremidades y pérdida de conciencia. Si ocurre otra convulsión posterior, se da a las 6 u 8 horas por lo general. 

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